Es uno de los nuevos hoteles que están convirtiendo a la capital portuguesa en un destino aun más atractivo, si cabe, para los más sibaritas. La Pousada de Lisboa, con apenas 90 habitaciones, ha abierto sus puertas en uno de los rincones más históricos y monumentales de la ciudad, justo al lado de la mítica Praça do Comércio.
Perteneciente a Small Luxury Hotels, resulta impactante entrar en su enorme vestíbulo, configurado como un gran salón histórico en el que se rinde homenaje a la tradición marinera y viajera de los portugueses. Pinturas, tapices y mapas se unen en un conjunto rico y artístico, exquisito y profuso, en el que las antigüedades se mezclan en pequeños conjuntos escultóricos. Una alusión a las riquezas que llegaban del mar a la Lisboa antigua y que vuelve a relacionarse con el enclave del hotel: un edificio histórico.
La decoración escultórica se mantiene en los pasillos, donde no faltan piezas donadas por diferentes museos de Portugal. Luego, en las habitaciones destaca la luz natural que se cuela por las ventanas y que se posa en un interiorismo sencillo, con tonos pasteles que van del gris al celeste, con mobiliario de madera.
Las habitaciones se dividen en dobles, áticos... y destacan las dos suites principales. Por un lado, la Suite Praça do Comércio, con vistas al Tajo y a la propia plaza, con 55 metros cuadrados de espacio (desde 505 €/noche). Por otro, con el doble de espacio, la Suite Dom Pérignon, la más importante del hotel, con una decoración única y cuyo baño se ha elaborado con mármol verde irlandés (desde 820 €/noche).
La restauración en la Pousada de Lisboa corre a cargo del Lisboeta, un restaurante regional donde se sirven las tres comidas principales del día. Croquetas, gazpachos, pasteles... y peixinhos da horta forman un menú donde también hay ceviches o toques mediterráneos.
Toda una experiencia que, seguro, nos hará volver a caer enamorados de Lisboa.
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