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Oasis de serenidad en las aguas de Bodrum

En el rincón más deseado de Turquía se encuentra el Kempinski Hotel Barbaros Bay, un refugio de paz con terrazas sobre la bahía del Egeo.

Si hay un rincón de Turquía que se ha convertido en el más codiciado por el mundo del lujo, ese es Bodrum. Allí han abierto sus puertas grandes cadenas hoteleras, desde Mandarin Oriental a Kempinski. Y precisamente esta última es la que hoy visitamos, concretamente el cinco estrellas que se extiende a lo largo de 70.000 metros cuadrados por las aguas de esta paradisíaca rincón del Egeo. El Kempinski Hotel Barbaros Bay, un gran edificio con estructura de terrazas que se abre al mar en la bahía de Gokova.

Con 149 habitaciones, 24 suites y 36 residencias en formato villa, este hotel está pensado para la relajación frente al mar. De ahí no solo su arquitectura en terrazas, sino también el hecho de que no haya habitación, independientemente de su categoría, que no tenga vistas al mar Egeo. La elegancia del mundo otomano se mezcla con los clásicos mediterráneos para crear un ambiente de mucha luminosidad en el que los guiños a lo mejor de Turquía son evidentes, como las chimeneas que lucen en las piscinas del complejo.

Estas son protagonistas a la hora de elegir el ocio y el relax, pues se han diseñado con una estructura infinita para que parezca que nos estamos bañando realmente en las aguas de la bahía y no varios metros por encima de ella. De noche, con la luna llena reluciendo sobre ellas, el marco es, sencillamente, perfecto.

Las habitaciones no quieren ser menos a la hora de facilitar la estancia en lo que a relajación se refiere. Están equipadas con lo último en multimedia y sonido de la firma BOSE, y no faltan aparatos donde colocar nuestro propio iPod o iPad, así como sofás, camas King Size, grandes baños de mármol... y, en el caso de las suites, amplios salones con terrazas gigantescas sobre la bahía, en las que hay su propio mobiliario independiente.

Además de un spa de 5.500 metros cuadrados dedicado a tratamientos holísticos que mezclan la tradición turca con la cosmética más actual (no faltan dos hamams, uno para cada sexo; baños de vapor, centro de fitness...), el hotel también tiene diferentes rincones dedicados a la más alta gastronomía. En concreto, ocho, entre restaurantes y bares, de cuyos menús se encarga el chef Soner Kesgin. Delicias turcas e internacionales que harán de cada comida una delicia.

Si Bodrum ya es apetecible, mucho más si lo hacemos en este rincón del paraíso (desde 200 €/noche).

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