La historia de The Surf Club, en Surfside, Florida, está repleta de nombres propios: Frank Sinatra, Tennessee Williams, Elizabeth Taylor, los Duques de Windsor, Joan Crawford, Douglas Fairbanksentre otros muchos. Y está ligada a la historia de Estados Unidos.
Harvey Firestone -junto con Ford y Edison uno de los tres empresarios más influyentes de la economía norteamericana de principios del SXX y fundador de la compañía de neumáticos Firestone- navegaba con su yate Marybelle en sus preciadas costas de Florida a finales del primer año de la Ley Seca, 1920. Con él se encontraban el empresario Carl Fisher (que se hizo multimillonario fabricando las faros de acetileno que usaban casi todos los vehículos de la época y que se arruinaría 9 años más tarde durante el crac del 29, un año antes de abrir The Surf Club) e Irvin Collins (?).
El Marybelle y el mar eran un refugio en el que saltarse la ley, en el que se sentían libres. Desde el barco avistaron las paradisíacas playas de Surfline y se les ocurrió que sería un buen lugar para construir un refugio, un auténtico paraíso sin más ley que la etiqueta indispensable, donde pudieran escaparse con sus amigos, invitar a las celebridades de la época, actores, cantantes, escritores…
Aquella feliz idea se convertiría 10 años más tarde en The Surf Club. El proyecto de club privado lo haría el arquitecto Russell Pancoast, que trasladó un estilo mediterráneo a las costas de Florida que definiría la arquitectura de toda una época y que le valdría el Pritzker de Arquitectura.
Aquel club privado inaugurado la Noche Vieja de 1930 se convertiría en una experiencia, un eje de la vida social de la alta sociedad de la época, un lugar donde disfrutar con libertad de cierta deshinibición de todos los lujos, de lo más moderno en los retiros del segundo cuarto de siglo, de horas sin fin en la playa, o en la piscina, de los desfiles de Elizabeth Ardeen, de extravagancias como fiestas con 300 mesas hechas de hielo o exóticas celebraciones en las que no faltaban elefantes.
Y de mucho alcohol, saltándose a la torera (por el poder fáctico económico de sus propietarios y el perfil de sus clientes) la prohibición que no se levantaría hasta 3 años después de su inauguración. Pero esto, el lujo, el glamour, las actividades, el cuidado trato, la belleza del paisaje, el clima, el sol, y una gran fama mundial ganada por méritos propios le fueron suficientes a The Surf Club para convertirse en un referente para el resto del siglo.
Incluso hoy la mención de The Surf Club levanta esa expectación de la vida que todos deseamos, esa que es todo confort, placer y glamour. Por eso es una buena noticia la reapertura como un hotel de la mano de Four Seasons pero con la “misión de preservar, respetar y realzar el espíritu original de este peculiar punto de reunión”. Renovado y ampliado con tres edificios de 12 plantas que abrigan las instalaciones originales con fachadas en cristal que se integran en el entorno reflejando los cielos y el paisaje de Surfside. Una intervención respetuosa de otro Pritzker, Richard Meier.
El nuevo Four Seasons The Surf Club cuenta ahora con 77 habitaciones y 5 cabañas o villas. El interiorismo del hotel, las habitaciones y las Cabana Studios ha corrido de la mano de Joseph Dirand, el interiorista francés preferido por casas de moda como Balmain, Givenchy, Pucci, Balenciaga o Alexander Wang. Conocido por un desarrollo narrativo lleno de luz, intenso y de gran coherencia. Espacios vivos, abiertos a la playa, al mar, a la ciudad, pero con un intenso encanto lleno de elegancia.
Pero como la experiencia de The Surf Club no sólo es la de hospedarse, entre la cuidad y selecta oferta de actividades de todo tipo, el Spa, también diseñado por Dirand, es un compendio de lo más de lo más para una experiencia de bienestar y cuidado, desde lo más tradicional seleccionado a lo largo y ancho del mundo a las últimas tecnologías. Por supuesto piscinas, duchas, vapor, saunas o el hammam, las cabinas privadas para la relajación, ocho luminosas salas para tratamientos personalizados…
Y para redondear, el restaurante. Otro retiro clásico, esta vez Europeo, el de La Sponda de La Sirenuse, en Positano, a orillas del golfo de Salermo, que traslada la experiencia de su magnífico restaurante estrella Michelin al The Surf Club con platos de alta cocina mediterránea de la carta original inspirados en la cocina tradicional napolitana, para lo que se utilizarán ingredientes originales de italia traídos específicamente para la cocina de Le Sirenuse Miami. Y a esto se le suma el bar de champán para una completa experiencia.
Y visto lo visto no nos cabe duda de que el espíritu que ha acompañado desde su nacimiento a The Surf Club, que no es el del surf de los beach Boys si no todo lo contrario, glamour, calidad, y un servicio a la altura de las mayores espectativas. Eso sí, frente al mar, en una espectacular playa del Atlántico y con 9 hectáreas de servicios. Un lugar en el mundo para sentirse el rey del mundo. O al menos el rey del mambo. ¿Verdad?
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