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Mount Juliet, lujo y golf en la hermosa campiña irlandesa

Es uno de los referentes del hedonismo de cinco estrellas en la Isla Esmeralda, un refugio de paz donde golf y naturaleza se unen para crear un paisaje de gran belleza.

Kilkenny es una de esas ciudades que todo irlandés nombra con cariño. No es para menos, pues está considerada una de las cunas del ocio y de la buena vida del país, con una gran multitud de pubs y restaurantes, muchos considerando su pequeña población, en su más que cuidado centro urbano, el mismo que mantiene intacto su carácter medieval. Cuna de firmas cerveceras como Smithwick’s, es todo un paraíso para los que buscan una escapada llena de diversión con amigos.

Pero la oferta de Kilkenny, por cierto, la capital de condado más pequeña de Irlanda, no es ajena al mundo del lujo. Especialmente gracias a ser allí donde se encuentra uno de esos hoteles-mansiones que ha sabido reunir todo un mundo hedonista en torno a su mansión del siglo XVII: el Mount Juliet Estate.

La que fue la casa familiar de los Butler, la familia más importante de Kilkenny, es todo un paraíso. Sobre todo por el golf, pero de eso hablaremos más adelante. Y es que la carga escénica de lugar abruma. Desde los pequeños puentes de piedra de 1762, de los pocos en pie desde entonces, a jardines versallescos, rosaledas y prados que parecen no tener fin. Imposible no encontrar un lugar donde fotografiar una postal.

El río que lo cruza es perfecto para la pesca del salmón y la trucha, pero no es la única actividad que se puede hacer allí con animales, pues incluso ofrecen a los huéspedes la posibilidad de aprender el noble arte de la cetrería, así como dar paseos a caballo (la cuadra del Mount Juliet está compuesta por 20 caballos y cinco ponis). Y cuando anochece, nada como jugar al snooker o comentar nuestras hazañas en el campo de tiro con arco.

Pero sí, aquí el golf es lo que manda. El hotel se encuentra dentro de un complejo al que pertenece uno de los clubes más interesantes de Irlanda, el mismo que acogió el Irish Open en varias ocasiones, así como el AMEX en 2002 y 2004. Cuenta con el primer campo que diseñó Jack Nicklaus en Irlanda, inaugurado en 1972. Los huéspedes tienen acceso al campo, así como al club, donde es posible disfrutar de un auténtico pub irlandés en compañía de un buen número de golfistas en diferentes ambientes.

La mansión también es perfecta para relajarse, sobre todo para un antojo culinario, pues su cocina tiene una Estrella Michelin. El restaurante Lady Helen no defrauda, con cenas gourmet y un servicio opulento que nos parecerá haber entrado en Downton Abbey (es posible reservar mesa sin ser huésped del hotel, con horario de 18.30 a 21.30 h.).

La única pega es que solo tiene 31 habitaciones (desde 160 €/noche) y suele reservarse por completo para la celebración de suntuosas bodas en un ambiente eduardiano, lo que dificulta encontrar hueco siempre que uno quiera. Pero planificándolo con tiempo, es la escapada más memorable que podremos hacer a Irlanda si somos amantes del golf... y sobre todo de la buena vida. Con o sin palos.