Nunca es un mal momento para ir a Mikonos. Y no necesariamente a disfrutar de las playas más famosas. Descubrir nuevas calas, pequeños rincones ajenos a la marcha discotequera, disfrutar con los lugareños de esos sitios en los que parece haberse detenido el tiempo, como la propia isla, se ha convertido en la estrategia del sibarita, el que quiere exprimir la experiencia helena al máximo. Y en ella juega un papel importante el saber elegir un hotel con encanto.
Se nos ocurren algunos nombres, pero es imposible que de los primeros no nos salga el Cavo Tagoo, una perla de belleza y bienestar que no tiene muchos años de vida pero que ya se ha situado entre los más atractivos y lujosos de la isla, un complejo en el que el diseño es fundamental para entender la simbiosis de naturaleza y belleza, enfocado a la tranquilidad, que se respira en cada rincón.
Y todo ello, paradójicamente, no lo encontramos en alguna de las colinas, o alejado frente a una cala solitaria, sino en el mismo centro del pueblo. Cosmopolitismo a un paso de las terrazas más de moda y, al mismo tiempo, retiro espiritual. Para ello, como en el resto de las casas vecinas, el blanco es protagonista tanto en sus suites como en sus villas, pero también en su piscina de arquitectura infinita o en su spa.
"La prioridad absoluta de Cavo Tagoo es crear experiencias memorables para sus huéspedes. Es por ello que ponemos todo el empeño en asegurar que cada visita quede agradablemente grabada en su memoria", explican desde el hotel. A conseguirlo ayuda una decoración minimalista que juega con los tonos blancos y azules, en suites donde no falta una bañera de hidromasaje o una espectacular terraza.
Y para alimentar al hombre y no solo a su espíritu, nada mejor que el restaurante Tagoo, considerado uno de los mejores de Mikonos y, sobre todo, el de mayor carta de vinos. Desde 430 €/noche, toda una experiencia de hedonismo.
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