El gran edificio que lo alberga no permite lugar a dudas: nos encontramos en un palacio fastuoso. No es para menos. Donde hoy se levanta el extraordinario hotel Ciragan Palace Kempinski de Estambul fue en su día la antigua residencia de los últimos sultanes otomanos. Restaurado de modo que el inmueble vuelva a gozar de todo su esplendor, es el único hotel de lujo en la costa europea del Bósforo.
En una ciudad tan dinámica y rica en contrastes como Estambul, las 315 habitaciones de este cinco estrellas cuentan con las comodidades más actuales, con especial atención a los equipos multimedia de audio y televisión, pero también con una decoración clásica que le convierte en una referencia del buen gusto. El puerto de Ortakoy, a poca distancia a pie, le hace, además, en el mejor punto de partida para acercarse a alguno de los restaurantes de marisco o tiendas de cerámica y joyerías de la zona.
De las 11 suites que posee, ninguna puede compararse con la Suite del Sultán, una de las más amplias de Europa. Con vistas de 180 grados sobre el Bósforo, está equipada con lo mejor de Bang & Olufsen, así como un hammam privado construido en mármol, además de una sauna de vapor y una ducha con efecto lluvia de 60 cm de diámetro, todo ello en un baño con elementos en plata y cristal. También aquí hay buenas vistas.
Mención aparte merece la gastronomía. Terrazas rodeadas de grandes columnas de estilo clásico, o junto a piscinas de arquitectura infinita, son las grandes atracciones de los cuatro restaurantes y lounges que ofrece el complejo. Cocina internacional y típica turca en menús cuidados y elaborados con los mejores ingredientes. En el menú, el Bolu Manti (una especie de ravioli de carne con yogúr de leche de búfala y salsa de tomate) o el Ali Nazik (un rico plato con el cordero como protagonista).
A partir de 420 €/noche (en el caso de la Suite del Sultán, el precio sube hasta los 30.000 €) es posible disfrutar de uno de los hoteles con más encanto del mundo.
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