Se encuentran pocas excusas para no ir a la costa napolitana o a la amalfitana en cualquier época del año. Sus aguas de un azul profundo rico, los aromas de los limoneros, esos cielos abiertos que terminan en el infinito y se recortan por los grandes acantilados tan característicos de esta zona. Hay pocas excusas para no pasar por Sorrento, una pequeña ciudad encantadora, con peso histórico y donde, adueñándose de la vista de Nápoles y más allá el Vesubio, está el Hotel Bellevue Syrene.
La costa napolitana se instala en la venta de la habitación mientras el amanecer sucede. Justo cuando esa neblina marina matinal convierte en una acuarela el paisaje. Aunque si te asomas, allí por la izquierda se instala Capri con su perfil.
Sorrento ha vivido su esplendor en la época del Grand Tour cuando toda la alta sociedad europea se abría a conocer el mundo y a descubrir nuevos enclaves. Estamos hablando de grandes y espectaculares (casi) palacios construidos para absorber el paisaje marino compitiendo por ser el lujo máximo. Hoy, la ciudad continúa teniendo ese esplendor que además se convierte en un punto estratégico para disfrutar de los diferentes rincones de este lado del mapa.
Y allí, asomándose por uno de los fiordos se encuentra esta sorprendente villa del siglo XVIII en el que el tiempo parece no haber pasado, sin embargo reinterpreta la decoración clásica convirtiéndola en un entorno nuevo, avanzado, modernista. Ese equilibrio tan difícil de alcanzar y que el Bellevue Syrene lo hace parte de su ADN. Por algo es parte de los Relais & Châteaux.
El edificio original estaba destinado a la aristocracia de los romanos, incluso el emperador Augusto pasó por aquí. Los condes de Mastrobueno convirtieron el espacio en un hotel en 1820 y, desde entonces, príncipes y reyes han descansado en sus estancias.
Aún podemos apreciar la herencia de sus antiguos visitantes en las decoraciones de sus jardines e interiores adornados con piezas encontradas en las excavaciones.
Las habitaciones del Bellevue Syrene son un reflejo de que las mezclas y los opuestos se atraen. Lo histórico y lo nuevo se conjugan entre blancos y colores vibrantes con un equilibrio y buen gusto que apasiona.
La suite Roccia está creada en una cueva romana de 60 metros cuadrados, en los que también hay una piscina de hidromasaje, su cama con dosel y las increíbles vistas del Mediterráneo en este espacio esculpido en la roca son casi mágicas.
La Lord Astor mezcla la historia con lo nuevo y te da la opción de sumergirte en su piscina interior o abrirte al mundo respirando el aire desde tu terraza privada, donde también tendrás un jacuzzi. La suite Vesubio es para los amantes de la privacidad estricta, ya que cuenta hasta con ascensor propio.
Sólo 50 exclusivas habitaciones son parte de su arquitectura, que se completa con 2 restaurantes, múltiples estancias comunes y terrazas para disfrutar una cena mirando al Mediterráneo. Varias salas para leer, escuchar música o tener una charla inolvidable en el jardín de invierno con vistas al mar. Un escenario espectacular, lleno de intenciones para hacer cumplir sueños y deseos.
Por ejemplo, en la sala Dalí puedes es para jugar al ajedrez o relajarte con tu habano. La hora del tentenpié implica la visita al Snack Corner que tiene delicias preparadas para ser disfrutadas en la Pérgola, la terraza al mar del Syrene. Las escapadas gastronómicas se ven satisfechas en el Club Lounge que siempre tiene delicias dulces o saldas para picotear entre horas. El spa está a tu completa disposición para mimos suntuoso al lado del las panorámicas espectaculares.
A la playa bajas en el ascensor exclusivo y puedes pasar el tiempo allí o solicitar al servicio del hotel el alquiler de barcos o coches para conocer la bahía desde otro punto de vista… incluso helicóptero, por eso de sobrevolar la magnífica del golfo de Sorrento.
El mar está allí y una vuelta por Sorrento nos permitirá conocer a los artesanos de los lemoncellos o probar los helados auténticamente italianos. La visita obligada a alguna de sus cafeterías a probar las sfogliatellas o cualquiera de las pastelerías regionales son un must, desde el Hotel Bellevue Syrene.
Sorrento es un punto estratégico para visitar Positano, Nápoles o Pompeya, por ejemplo. Si prefieres el senderismo, la famosa Ruta de los Dioses se encuentra a tan sólo 11 km. y las playas vírgenes de Capri a tan solo 14.
El aeropuerto de Nápoles está a tan solo 1 hora del Bellueve Syrene. Una vez allí puede recogerte el servicio del Hotel.
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