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Sentirse Chagall en La Bastide de Gordes

Dominando el valle de Luberón, este cinco estrellas mantiene intacto el lujo palaciego de la Provenza.

En una colina a más de 300 metros de altitud, el pueblo de Gordes inspiró a numerosos pintores de las vanguardias del siglo XX, que se acercaron hasta la Provenza en busca de inspiración. Destaca entre ellos Chagall y Victor Vasarely, pero no fueron los únicos. Allí, en el Parque Natural Regional del Luberón, se encuentra este pueblo pintoresco, declarado uno de los más bellos de Francia, y en el que no falta su ración de lujo y bienestar, que toma el cuerpo de un hotel único: La Bastide de Gordes.

Este cinco estrellas perteneciente a Leading Hotels of the World no es uno más. Se levanta en la zona histórica de la villa, calles y edificios del siglo XVI que han sido restauradas con mucho mimo y manteniendo el encanto. De hecho, el propio hotel sufrió durante el primer semestre de este año una puesta al día que ha preservado su magnificencia. Cuenta con 40 habitaciones y suites, pero son sus tres restaurantes y sus cuatro piscinas lo que más llama la atención, junto a su spa de 800 metros cuadrados (gestionado por la firma Sisley) y sus siete terrazas sobre la colina, dominando el paisaje de la Provenza.

Una de las novedades es un magnífico túnel abovedado que se ha creado para ofrecer vistas hermosas hacia el valle, construido en la roca para poder ir de un edificio del complejo a otro en total intimidad (por ejemplo, del spa a la habitación, mientras se disfruta de las vistas).

Su interior está decorado como si se tratara de una gran mansión palaciega, de ahí que no falten las grandes chimeneas de ladrillo, los rosetones con cuadros antiguos, grandes cortinajes, arañas con decenas de puntos de luz... Todo fruto de un trabajo en busca de artículos en anticuarios y casas de subastas de toda Francia e Italia por parte de los propietarios del hotel, que encargaron el trabajo a Christophe Tollemer, arquitecto y diseñador que ya hiciera un gran trabajo en otros hoteles parecidos.

Dos de sus restaurantes, L'Orangerie y La Citadelle, sirven platos provenzales elaborados con productos locales y de temporada, y no falta una bodega con vinos de la región. También se puede comer en el comedor abovedado o en una terraza con vistas al valle de Luberón. Por su parte, el restaurante Pèir I Pierre Gagnaire ofrece platos más elaborados, obra del chef francés Pierre Gagnaire, galardonado con una estrella Michelin.

A partir de 190 €/noche, un retiro que mantiene la exclusividad en todo momento. Perfecto para una escapada de otoño.