Henningsvær, una pequeña isla de pescadores en las islas Lofoten (Noruega), no destaca por tener un impresionante cinco estrellas. En sus pequeñas calles, que se pueden contar con la palma de la mano, no hay tiendas de firmas de lujo ni concesionarios de coches con tapicerías cosidas a mano con el mejor cashmere. Sin embargo, este pequeño refugio es también un paraíso, sobre todo para los amantes de la Naturaleza.
Allí, entre familias que salen a pescar salmón y otros peces desde generaciones se encuentra el Bryggehotell, un establecimiento que parece construido para embellecer las postales que los turistas mandan a miles de kilómetros al sur, lejos del Círculo Polar Ártico. El hotel es un conjunto de casas de madera, pintadas de color blanco y que siguen con fidelidad la arquitectura local. Se encuentra situado junto al puerto, sobre un falso suelo que grandes columnas clavadas en el mar mantienen en pie.
Con vistas al puerto y a la puesta de sol y a las auroras boreales, cuenta con 30 habitaciones y una capacidad total de 150 personas (se puede reservar por completo para alguna celebración). A los huéspedes no sólo se les ofrecen buenas camas, sino también un rico menú local, con auténticos atracones de salmón ahumado si así se desea. Tampoco falta el wi-fi, así como una sala de relajación y baños de agua caliente al aire libre (los famosos ‘hot tubs’), independientes de los baños de las habitaciones.
A partir de 145 euros por persona y noche, el marco incomparable está asegurado. Sólo falta llenar la agenda de actividades. ¿Avistamiento de ballenas? ¿Ver auroras boreales? ¿Navegar entre las islas? ¿Pescar en el Ártico? La imaginación, como suele decirse, es el límite.
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