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Finca La Ramallosa, un lugar para perderse en la Sierra de Gata

Estos cinco caseríos del norte de Extremadura, envueltos en la exuberante vegetación de la Sierra de Gata, invitan a disfrutar de la vida campestre con todas las comodidades de la vida moderna.

Todos necesitamos de vez en cuando dejar a un lado el estrés de la ciudad y desconectar en el campo, disfrutando de la tranquilidad, el silencio y el estilo de vida que llevaron nuestros padres o abuelos. En el noroeste de Extremadura, en una zona aislada y de exuberante naturaleza de la Sierra de Gata, encontrarás exactamente lo que buscas en Finca La Ramallosa, una espectacular finca de casi 130 hectáreas en la que conviven olivares, dehesas, robledales, arroyos y bosques de encinas, alcornoques y retamas junto al río Erjas.

En este lugar remoto de Cáceres donde el principal protagonista es la naturaleza, surgen, a modo de pequeña aldea, cinco caseríos de piedra con más de un siglo de antigüedad que han sido rehabilitados con mimo y estilo para que los huéspedes experimenten la vida campestre pero con todas las comodidades modernas. Un alojamiento con mucho encanto donde antaño vivieron las familias que trabajaban las tierras que lo rodean y donde todavía se conservan elementos tradicionales como el horno de pan, la era para trillar el cereal o la zahúrda del cochino.

Los cinco caseríos son independientes y cuentan con diferentes capacidades y configuraciones, permitiendo alojarse en pareja, en familia o con un grupo de amigos, con plazas desde 2 a 7 personas. Cada uno lleva el nombre de un árbol de la zona y presenta su propio estilo, estando todos equipados con uno o dos dormitorios, baño y salón con chimenea. Unas instalaciones rústicas donde sobresale la piedra y la madera, pero que no están reñidas con la comodidad y el descanso.

En el salón-comedor de La Ramallosa se saborea la deliciosa gastronomía de su restaurante, basada en las recetas tradicionales de la comarca y los productos de la finca y alrededores, como las verduras de su huerto-ecológico, las carnes criadas en la finca, los huevos de su corral o el aceite de oliva propio.

Con unos exteriores tan descomunales, donde no falta la piscina para refrescarse en los meses de verano, no hace falta salir de la finca para entretenerse y practicar turismo activo. Son muchas las actividades que se pueden hacer, como senderismo, BTT, excursiones en 4x4, rutas en quads, observación de flora y fauna, así como de las labores del campo en cada época del año (la cosecha de las siembras, la recolección de aceitunas, el esquilado de las ovejas, el trabajo en la huerta, etc.). La pasión por la gastronomía también se hace patente en los cursos de cocina, las catas de vino, catas de aceite y la matanza tradicional del cerdo.

Y si todavía quedan ganas de más, es recomendable visitar los pueblos cercanos de San Martín de Trevejo, Trevejo, Robledillo de Gata o Ciudad Rodrigo. También son de interés las ruinas romanas de Salvaleón, donde se puede admirar la casi extinta rosa de Alejandría. Los amantes del golf también encontrarán su sitio en el campo de golf Parraluz, a 45 minutos de Finca La Ramallosa, junto al embalse de Borbollón.