No hay época del año en la que no apetezca escaparse al Algarve, incluso en invierno, cuando sus playas solitarias permiten paseos románticos y la temporada baja, disfrutar de todos los encantos autóctonos sin tener que hacer cola ni esperar a una mesa libre. Y es que no hay mejor momento que ahora para disfrutar del sur de Portugal como un paisano.
Claro que, mucho mejor, si tenemos como base de operaciones una antigua mansión del siglo XIX con el mar a los pies. Esto es precisamente lo que permite alojarse en el Hotel Bela Vista, el que fuera primer hotel de la región y que mantiene el encanto de la casona que abriera sus puertas para huéspedes en 1934, ahora reinaugurado gracias a una reforma total que lo ha adaptado a las necesidades del viajero de lujo del siglo XXI.
Situado a un paso de la Praia da Rocha, una de las más famosas de la región, el Bela Vista es un cinco estrellas boutique que se mantiene como empresa familiar y que ofrece 38 coquetas y perfectas habitaciones decoradas con mucho encanto. En una zona rocosa alejada del turismo masivo, la tranquilidad está asegurada allí los 12 meses del año, y además tiene acceso privado a la playa, por lo que nos ponemos en la primera línea de mar en apenas unos minutos.
Graça Viterbo, uno de los nombres del interiorismo más prestigiosas de Portugal, es la que se ha encargado del interiorismo de las nuevas instalaciones. Su proyecto no ha podido ser más bello, con una perfecta unión de motivos clásicos lusos y, al mismo tiempo, una superposición de texturas y colores que convierten cada estancia, pero especialmente los dormitorios, en toda una delicia para los sentidos. Los techos de madera pintados y los clásicos azulejos portugueses se han mantenido de la anterior decoración, pero añadiendo muchos detalles en azul, blanco y amarillo.
La estrella del hotel es la suite de 65 metros cuadrados, aunque también la decoración de las zonas comunes, con un gran piano junto a la escalera que no pasa desapercibido. Además, cuenta con piscina y solarium al aire libre, junto a un pequeño bar en el que nos prepararán los cócteles más refrescantes. Y, por si fuera poco, hay que añadir un spa, el Wellness Praia da Rocha, donde la firma L’Occitane ofrece sus tratamientos faciales y corporales, además de una sauna y un hammam, junto al gimnasio.
Y si tenemos hambre, un plato tradicional en el restaurante con vistas al Atlántico será el mejor modo de regalarnos una jornada perfecta. Desde 230 €/noche.
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