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Cuento de hadas en el bosque de Grunewald

Las afueras de Berlín acogen un bosque en el que la nobleza prusiana descansaba y que hoy acoge un cinco estrellas muy especial: el Schlosshotel.

El bosque de Grunewald sigue siendo uno de los pulmones verdes de Berlín. Cuando el Muro estaba todavía en pie, era la mayor zona forestal en Berlín Occidental, y era frecuentado por personas que querían dar un paseo andando o en bicicleta. Hoy se ha vuelto mucho más tranquilo, pero sigue siendo perfecto, con sus 3.000 hectáreas de monte cuidadas y listas para desconectar.

Es la zona en la que, a principios del siglo XX, un familiar de Guillermo II de Prusia levantó un palacete. El inmueble, digno heredero del pasado neoclásico alemán, es hoy un hotel muy especial: el Schlosshotel, un cinco estrellas que puede presumir de interiorista, y es que el rediseño y rehabilitación del lugar en cinco estrellas fue obra nada menos que de Karl Lagerfeld.

Actualmente el hotel pertenece a la firma Patrick Hellmann Collection, un conglomerado de marcas y etiquetas de lujo que abarca todo lo que es estilo de vida (tiendas, moda, perfumería...). El Schlosshotel es la joya de la Corona, alabado por su atmósfera elegante, su arquitectura única y, también, por su relativa cercanía a la capital.

Sus 43 habitaciones y 10 suites son todo un ejemplo de lujo contemporáneo. Destaca la Kaiser Suite, quizás llamativa por lo poco recargada que es, teniendo en cuenta de que se trata de la mejor habitación del complejo, pero cuya belleza está en los detalles, que no faltan en sus 200 metros cuadrados (capacidad para seis personas). Por ejemplo por sus frescos originales, sus muebles también de 1914, su baño de mármol en tonos beis y terracota, su suelo radiante, sus amenities de Bulgari...

Un punto fuerte del Schlosshotel de Grunewald es la restauración. Además de un Cigar Lounge que recuerda a los clásicos clubes británicos de caballeros, cuenta con un bar, una terraza ajardinada para tomar el desayuno y un restaurante gastronómico: el Vivaldi, cuyas mesas se pueden reservar estrictamente para cenar, en horario de 18 a 21 h.

Tampoco falta un completo spa, presidido por una gran piscina, ni un salón de belleza. Claro que en un lugar tan mágico, la belleza está unos centenares de metros al oeste, en pleno bosque, en la naturaleza más cautivadora de la capital alemana.