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Borgo San Felice, una aldea entera entregada al lujo

En medio de la Toscana, sin grandes ciudades a la redonda, todo el pueblo de San Felice se ha convertido en un hotel rural de gran lujo.

Decir que San Felice está 'en medio de la nada' es una verdad a medias. Sí es cierto que se encuentra en uno de esos lugares recónditos de Toscana en los que el turismo, si llega, muchas veces es porque se ha perdido tratando de conducir sin destino por las carreteras secundarias. Pero en medio, lo que se dice en medio, lo está de Italia, porque casi ocupa el centro geográfico de 'la bota'. Sin embargo, que esté tan perdido y, sobre todo, que sea casi desconocida para el gran público, es uno de los encantos de esta pedanía que se ha reconvertido en un hotel en su totalidad.

Así es, toda la villa medieval de San Felice es hoy un hotel rural de gran lujo, auspiciada por el sello de la cadena Relais & Châteaux y con la capacidad de poder prometer una escapada inolvidable a aquellos que quieran desplazarse hasta allí y hospedarse en alguna de sus 29 habitaciones dobles (desde 420 €/noche) o de sus 17 suites (desde 735 €/noche).

Al sur de Florencia, entre Siena y Arezzo, Borgo San Felice cuenta con todos los atractivos para que la estancia sea más que entretenida. Basta con el hecho de poder descubrir palmo a palmo la aldea, con su vieja capilla restaurada, sus viñedos de Chianti, sus bodegas artesanas... Se puede hacer senderismo por los caminos, acabando en otros municipios de la región de Chianti o visitando Castelnuovo Berardenga, la localidad a la que pertenece San Felice.

Pasear por la finca es hacerlo por edificios de aire renacentista de una o dos plantas, llenos de ventanas dispuestas a llenar de luz el interior, cuyo colorido y calidez contrasta con los muros de piedra y los arcos de medio punto que coronan cada puerta. Lo rodean 140 hectáreas de viñedo, que ya estaban ahí cuando se construyó la aldea en el siglo VIII, antes de que se construyera su iglesia románica.

Dispone de helipuerto, por lo que es posible acerarse desde Florencia o Roma sin necesidad de unas horas de carretera. Una vez aterricemos, podremos disfrutar de su piscina, de sus terrazas cuajadas de vegetación, sus pistas de tenis, su sauna, su baño turco... O su especial gastronomía, cuidada al máximo. Cuenta con uno de gran lujo, el Poggio Rosso, así como uno más informal con barbacoa y parrilla, la Terrazza di San Felice; y a eso hay qeu sumar una cantina en la bodega y un bar junto a la piscina.

Imposible no relajarse. Imposible decir que no a una escapada. Imposible no ser 'felice' aquí.

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