Visto desde el aire, el arrecife de Velavaru es perfecto. La barrera coralina forma una especie de triángulo que, a su vez, deja en medio una laguna de un azul diferente al turquesa profundo de los bordes. Más allá, el intenso oscuro del Índico y el cinturón de atolones de esta parte de las Maldivas, tan espectacular como siempre.
En Velavaru, la isla apenas tiene territorio, que está casi completo cuajado de cocoteros o un arenal bastante ancho de una arena blanquísima. Es este el motivo por el que, cuando se plantearon crear aquí un resort digno del paraíso, la mayoría de las villas se levantaron sobre el mar, y no precisamente a un paso de la isla, sino en el otro extremo del arrecife, por lo que villas y playa están alejadas y conectadas en bote o, directamente, a nado por la laguna interna del atolón. Así de original es el Angsana Velavaru Resort.
Las villas, que son 79, se han creado con una estructura modular de diferentes cubos, en los que hay espacio para un pequeño mirador en una segunda planta, así como piscinas privadas de diseño infinito e incluso camas balinesas en un pantalán privado con su acceso directo al mar. Con varios tamaños, es igual de perfecto para una Luna de Miel como para un descanso en familia (hay, además, un Kids Club en el complejo).
El spa del hotel tiene 12 pabellones privados para recibir tratamientos mirando directamente al Índico, arrullándonos su sonido mientras los terapeutas nos dejan el cuerpo listo para seguir disfrutando de los placeres de Velavaru.
Por cierto, que el nombre del atolón es 'isla tortuga' y hace honor a su nombre porque nadar en su laguna interior puede ser sinónimo de bañarse con tortugas, pero también con delfines y otra fauna marina salvaje igual de interesante. También se puede aprovechar para pescar en la barrera de coral, donde hay 30 lugares de buceo.
Todo un paraíso para perderse mucho, mucho tiempo. Desde 375 €/noche, la escapada más mágica a Maldivas.
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