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Una noche loca en Budapest: Ruin bars, Pálinka y mil culturas

Budapest, una capital única, especial, y sus noches, tan locas que sólo podrás pensar en volver a sus fiestas. ¡Es hora de probar el Pálinka!

Budapest es una ciudad con historia, una ciudad de grandes monumentos y de espectaculares vistas, una ciudad perfecta para días de turismo en los que el cansancio de las horas de caminatas merece la pena. Una maravilla de nuestra Europa que sabe lo que es atravesar situaciones imposibles, episodios negros, y resurgir de sus propias cenizas como el Ave Fénix. Un lugar único en el que perderse, emocionarse al contemplar la huella del pasado, sorprenderse ante lo allí acontecido y, en definitiva, enamorarse.

Cuando el sol se esconde y las luces se apoderan de los edificios más importantes de Budapest, la magia que existía durante el día se incrementa y comienza una noche que nunca olvidarás. La imagen que tenemos de Europa central quedará eliminada de un plumazo si te atreves a mezclarte entre la gente, a vivir la noche con tanta intensidad como el día y a abrirte a un mar de culturas, te aseguramos que protagonizarás una experiencia que nunca habrías imaginado. España es famosa por su fiesta, pero las noches de Budapest son de otro mundo.

No busques una discoteca archiconocida, súper cara y extremadamente elegante, aquí los locales que están de moda están repletos de muebles antiguos, muñecas extravagantes y objetos que serán difíciles de identificar. Son conocidos como ‘ruin bars’, bares construidos a partir de ruinas, de elementos abandonados, de los propios objetos que van dejando sus visitantes. Un universo paralelo que contrasta con la sobriedad del Parlamento iluminado o con los colosales monumentos que plagan la ciudad.

Aunque puedes cenar en uno de ellos, te recomendamos que los visites una vez entrada la madrugada, especialmente en el caso del más popular: el Szimpla Kert. Nada más entres por su puerta y consigas ver más allá de las decenas de luces de neón, serás consciente de lo impresionante que es el lugar. No sólo por lo peculiar del local y de su decoración, sino por la unión de numerosas personas que aparentemente no tienen nada que ver, pero que se mezclan durante unas horas, bailando música de otras épocas y conociéndose un poco más, interesándose por las culturas del resto y por sus lugares de origen.

Y es que además del inglés, idioma que más escucharás en el Szimpla Kert, son muchos los idiomas que se entremezclan y destacan en alguna ocasión. Un punto de encuentro para todos esos viajeros que ya han quedado enamorados de Budapest y van a terminar completamente rendidos a sus pies tras una noche especial en la que sólo nos falta un ingrediente: el Pálinka.

Este licor de frutas, que por supuesto debe consumirse con moderación, es una parada obligatoria en todo viaje a la capital de Hungría. No habrá una sola persona que viva allí o que haya emprendido el mismo viaje que no te inste a probarlo, y es que será como visitar Galicia y no hacer una Queimada o ir a Rusia y no probar el Vodka. Eso sí, prepárate para que tu temperatura corporal suba unos cuantos grados… El Pálinka no es apto para paladares sensibles.

Una vez hayas probado el licor más famoso de Hungría, sólo queda una cosa que hacer: dejarte llevar por la noche. Baila, salta, canta a grito pelado esas canciones que marcaron tu infancia y tu adolescencia. Mézclate con la gente, habla con ellos, pregúntales de donde vienen y acaba haciendo amigos en el bar más curioso de Budapest. Sin darte cuenta, la oscuridad estará terminando y dando paso a un nuevo día, la tranquilidad volverá a apoderarse de la ciudad y tú habrás vivido la noche más loca, multicultural y única de tu vida. ¡Ah! ¡Un consejo! Nunca, jamás pruebas el Unicum.