París es la ciudad del amor por excelencia, un lugar romántico inmortalizado en obras literarias, en cuadros y sobre todo en la gran pantalla. ¿Quién no recuerda Amélie, una de las películas que mejor ha sabido recoger la esencia parisina y hacer un recorrido por sus coloridas calles?, ¿o Moulin Rouge, un viaje por un París de cuento que con una fotografía muy cinematográfica muestra como nadie monumentos emblemáticos de la capital del Sena?
Vamos a hacer un recorrido por la Ciudad del Amor, pero a través de sus placitas. Las plazas muestran como nadie la esencia de una ciudad o de los barrios de la misma, porque no son monumentos estáticos. Se viven, se pasean, enseñan la verdadera vida de una ciudad: los cafés y restaurantes que la rodean, las tiendas de lujo o el pequeño comercio, las iglesias, el tipo de gente que se pasea por ellas, los niños que juguetean, las parejas jóvenes o mayores que recorren sus calles a diario. Unas son monumentales, otras más bohemias, algunas son enormes y otras muestran la vida en pequeños rincones.
Sus restaurantes y comercios son muy indicativos: de lujo, pequeños y acogedores, para jóvenes marchosos o clásicos imprescindibles. Vamos a adentrarnos en el París más romántico mezclándonos con la gente que habita y vive las plazas. Para ello nos detendremos en plazas no extensas o monumentales, sino en plazas más escondidas, más vividas, pequeños rincones con historia y que guardan entre sus edificios historias secretas o al menos poco conocidas.
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