Las mil y una razones por las que conocer la campiña de Jerez están escritas sobre las páginas en blanco de su tierra albariza. Sólo hay que querer leerlas. La potencialidad de este deslumbrante paisaje de sensual ondulación y aires marinos es desmedida, pues expresa con pulcritud, orden y legibilidad la materialidad de la cultura del viñedo.
El ritmo pausado de los cultivos de vid embellece una parte considerable de un terruño milenario que se corresponde con el Cretorum Solum ya mencionado por Columela hace más de dos mil años.
Innumerables volúmenes blancos destacan sobre el verde vivo de las cepas, definiendo un paisaje que por sí solo constituye un valor cultural y sobre el que Josep Pla indicó no existe cultivo donde se distinga de manera más clara la inteligencia y el esfuerzo del hombre.
Hay defensores de estos paisajes de orden esclarecido, como la noruega Brita Hektoen y su marido, de El Puerto de Santa María, que regentan Viña Santa Petronila.
Situada en la conocida como carretera del Calvario, el camino por el que Jerez busca el Guadalquivir, Santa Petronila es una casa de viña anterior a 1737 donde podrás alojarte y pasear entre viñedos, montar en bici, a caballo, realizar comidas camperas, catas, espectáculos flamencos o simplemente descansar disfrutando en la piscina de agua salada con las mejores vistas a los famosos viñedos del pago de Macharnudo.
Un abanico de posibilidades para el que Santa Petronila ofrece todas las ventajas del mundo moderno –incluida la ventaja de poder prescindir durante unos días de WiFi-, pero conservando todo el sabor de lo auténtico: el almijar para el soleo, la tahona en la que se elaboraba el pan, el lagar donde se pisaba la uva, las cuadras y la gañanía, una dependencia que se usaba tanto de comedor como de dormitorio, con su característico fogarín, el hogar donde los trabajadores se preparaban la comida y se reunían durante el tiempo libre.
Además de acoger a 24 personas con toda comodidad, una de las cosas más interesante de Santa Petronila es su Museo de la Viña al Vino, un centro de interpretación único en el Marco de Jerez que explica las labores de viña y cómo vivía un artífice fundamental -casi siempre olvidado- en la elaboración de los vinos, el viticultor. Todo para que la historia completa del vino de Jerez no se pierda y la conozcan las futuras generaciones.
Aunque las bodegas no son elementos habituales en las casas de viña, Santa Petronila cuenta con una, la Bodega de Jerez más pequeña del mundo. Allí, el veterano capataz Rafael García, controla y refresca las grandes botas de extraordinario vino nacido en las 17 hectáreas de uva Palomino Fino que la propia Santa Petronila posee en uno de los pagos históricos que con sus frutos ha dado fama universal a Jerez.
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