En la Península Ibérica existen cauces navegables que invitan a conocer grandes obras de ingeniería, antiguas vías de transporte, parajes naturales de impresión, ricas zonas agrícolas o vestigios históricos poco conocidos. Apúntate al turismo fluvial y experimenta una forma diferente de disfrutar del entorno, descubriendo lugares sólo accesibles en barco.
Relacionamos los viajes por el interior peninsular con las manos al volante, pedaleando sobre una bicicleta, rodando sobre una moto, en el asiento de un tren o con los pies en el suelo, pero hay muchas más maneras de conocer los parajes y la historia de nuestra geografía, como lo son las rutas fluviales. ¡Claro! Aunque la costa quede lejos, podemos navegar en barco por los principales ríos y vivir una experiencia única, que antaño resultaba indispensable para la comunicación entre distintos territorios.
Aunque hay muchas más, os sugerimos tres rutas fluviales que no hay que perderse si se viaja a Cataluña o a Castilla y León. El Canal de Castilla recorre Burgos, Palencia y Valladolid recordándonos el origen de su construcción, el de facilitar el transporte del trigo de Castilla hacia los puertos del norte, pues este hito de la ingeniería hidráulica todavía conserva esclusas, molinos, dársenas, puentes… Todo ello en un escenario natural de ecosistemas de ribera y humedales.
Si sois amantes de la naturaleza, os encantará conocer desde sus entrañas algunos Parques Naturales gracias a las rutas fluviales. A bordo de un barco por el río Duero en dirección a Portugal, disfrutaréis de la contemplación de los asombrosos cañones, gargantas e inmensas moles de granito de las Arribes del Duero, así como su variada fauna y flora. En Tarragona, el Parque Natural del Delta del Ebro también se puede recorrer por el río y ver de cerca una de las zonas húmedas más grandes de España, donde destacan los arrozales.
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