Los Panderos andan en el desierto. Dos días de maratón por dunas inundadas que hacen más difícil la conducción, la búsqueda de la ruta, el cumplimiento de los objetivos. Por eso Isaac no ha mandado ningún texto. Contábamos con ello.
Desde Madrid, la aventura de Isaac suena exótica, divertida, casi una locura. Pero sentada en el ordenador tratando de sortear las trabas de la vida moderna y urbanita, me pregunto si no es todo camino como un Panda Raid.
Por más que intuyas, de repente la ruta se te pierde. Aunque planifiques y prepares concienzudamente cualquier eventualidad, siempre hay una contrariedad, un delco de tu vida que se moja y detiene tu paso, o un bereber samaritano que con una gran sonrisa te ayuda a salir de la duna.
Y, también, a veces, hay maratones de varios días, en los que ya simplemente improvisas, porque no hay quien sea capaz de anticipar dos días en medio de la naturaleza, en todo su esplendor. Tal vez, la vida no es un camino que se hace al andar, sino un raid por el desierto, en un Panda, imperfecto y maravilloso, como el ser humano.
La lección de Isaac es la sencillez, ilusión y humildad con la que afronta cada etapa. No hay penalización que pueda con su ánimo, siempre renovado. Y su conclusión de cada etapa: era esto a lo que habíamos venido.
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