Imagínate un país en el que la felicidad de sus habitantes esté por encima de la economía. Trata de crear en tu mente una imagen de un lugar en el que la belleza sea tal que los ojos se te humedezcan y el vello se te ponga de punta. Piensa en un enclave en el que naturaleza y ser humano se combinen a la perfección, sin herirse los unos a los otros y en el que el color sea el absoluto protagonista de todos. ¿Ya lo tienes? Pues bien, ese mágico lugar existe y se encuentra entre China e India. Bután, una maravilla de la que todo el mundo debería disfrutar al menos una vez en la vida.
Está considerado por muchos como el país más bello del mundo y en numerosas ocasiones se ha comprobado que es, sin duda, el más feliz de nuestro planeta, pero sigue siendo un completo desconocido en gran parte del globo. Y es que hasta mediados de los años 70 Bután estuvo completamente cerrado al turismo. No fue hasta entonces cuando los visitantes comenzaron a llegar a este maravilloso enclave en plena cordillera del Himalaya y a partir de ese momento los testimonios de personas que abandonaban Bután completamente enamoradas no han dejado de llegar.
Allí todo es tradición y cuidado a la naturaleza. Pese a que el país ha ido abriéndose poco a poco y ha ido conociendo otras realidades, sus gentes nunca han querido perder sus señas de identidad, esas que les han permitido pasar a la historia como las más felices de nuestro planeta. Por eso, el país está plagado de monasterios y decorado por completo con colores brillantes y con imágenes relacionadas con su religión. La combinación de estos colores con la pureza del Himalaya, sus montañas y su vegetación es un placer para los sentidos.
Visitar Bután significa mezclarte con sus gentes, conocerlas, dejar que te embauquen con su autenticidad, su enorme generosidad y su amabilidad, incomparable con todo lo que hayas visto antes. Visitar Bután significa caminar hasta encontrarte y hasta toparte con algunos de los monasterios más espectaculares del mundo, como el conocido como ‘Nido del Tigre’, la imagen más conocida del país. Visitar Bután significa emprender un viaje del que probablemente nunca quieras regresar, pero del que volverás cambiado. Todos esos problemas que parecen enormes desaparecerán cuando experimentes la forma de vida de sus gentes.
Este es un viaje para empaparte de cultura, tradición, naturaleza y arte, pero también de lo más cotidiano del día a día, de esas pequeñas cosas que han permitido que Bután sea conocido como el país más feliz del planeta, esos aspectos que muchas veces en la vorágine de nuestra vida se han perdido. Un viaje en el que todos disfrutarán, incluso los más pequeños, y que cambiará la forma en la que ves el mundo.
Es recomendable visitar Timbu, su capital, una ciudad en la que tendrás la oportunidad de observar cómo la modernidad y la evolución se están combinando con la tradición, pero quizá una de las zonas más bellas del país es Paro. Un lugar único en el que respirarás paz y pureza, en el que podrás imaginar a la perfección cómo sería nuestro planeta si el ser humano nunca hubiera decidido herir a la naturaleza.
Montañas más que altas, edificaciones construidas en acantilados o en lugares que parecen inaccesibles, decorados que bien podrían haber sido sacados de una obra de arte y unas gentes únicas, que te acogerán con los brazos abiertos y te demostrarán que Bután no sólo es bello por fuera, sino también por dentro.
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