De Camoens a Saramago, los grandes poetas siempre han formado parte de la identidad cultural portuguesa. Aunque sin duda ha sido Fernando Pessoa, él, sus “desasosiegos” y todos sus heterónimos, quien más letras sobre Lisboa ha derramado. Y es en la que fue su casa –en pleno Campo de Ourique, hoy convertida en museo y centro cultural– donde, como él solía, iniciamos un emocionante paseo por las calles de la eterna ciudad atlántica.
En la gran claridad del día, el sosiego de los ruidos es también de oro. Hay suavidad en lo que sucede. Si me dijesen que había guerra, yo diría que no había guerra. En un día así, nada puede haber que pese sobre el no haber más que suavidad. Nadie como él podía describir el sentimiento que poco a poco se apodera de todo paseante ocioso dispuesto a dejarse envolver por la magia de la luz casi sobrenatural y la melancolía de Lisboa. Iglesias, cafés y comercios de todo tipo salpican el recorrido que nos lleva hasta el Elevador de Santa Justa. Una curiosa construcción modernista que nos transporta de La Baixa al Chiado, el barrio más elegante y cosmopolita de la capital portuguesa, no si antes disfrutar de una maravillosa panorámica urbana a más de 45 m. de altura.
Ya en el Chiado todo es bullicio y cultura, poesía y ajetreo, tiendas y artistas callejeros, museos, teatros, cafés, teterías, vendedores de fados y restaurantes de lujo. La mítica Rua Garret, el Teatro Nacional de San Carlos –célebre por sus representaciones de Ópera- o el aristocrático Teatro de San Luis, son algunos de los muchísimos atractivos de este barrio literario por tradición, pero sin duda alguna, los amantes del arte contemporáneo tienen una cita ineludible con la cultura portuguesa en el Museo do Chiado: exposiciones nacionales e internacionales, obras de artistas y movimientos contemporáneos, la obra maestra de Rodin (“La edad de bronce”), un delicioso café con terraza y jardín… En fin, un imperdible. Y, por supuesto, imposible no sucumbir a tentación de sentarse a la mesa de Pessoa en el bohemio y literario café A Brasileira.
¿Un apunte muy personal? Después de la cultura y el consumo a diestro y siniestro –todas las firmas de moda, cosmética, complementos y caprichos infinitos están en el Chiado– nada como una cena en el restaurante Largo; además de una carta deliciosa, un escenario único con diferentes ambientes y un trato selecto, dispone de una selección de cócteles y ginebras Premium de lo más recomendable para rematar una velada especial. Eso sí,¡poneos guapos!
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