El mar Mediterráneo es capaz de convertir cualquier enclave en una postal paradisíaca. Luego hay otros casos, como el del Hotel De La Playa, un hotel diferente no por su cercanía al Mediterráneo, sino por su comunión con él. No es casualidad que ése sea su nombre, porque todo el hotel vive y se retroalimenta de la belleza del mar. Está situado a sólo diez minutos de Valencia, muy cerca de la estación de tren y el aeropuerto, pero muy lejos del estrés y el bullicio.
Este hotel miembro de Rusticae está compuesto por doce habitaciones que ponen rostro al sonido de las olas. La fachada blanca y acristalada es una declaración de intenciones: primera, para reflejar el horizonte marino que dejamos a nuestras espaldas; y segunda, para desvelar de forma luminosa la localización de este oasis de tranquilidad. El interior esconde estancias minimalistas, de diseño cuidado y de colores tenues. Todas sus habitaciones tienen vistas al mar y terraza, con especial mención a las cuatro suites, que además disponen de jacuzzi particular, iluminado con microluces en el agua, y macroestrellas en el cielo.
Son estos amaneceres sobre el mar y los paseos por la arena los que nos sacan de la cama cada día, pero hay un poderoso argumento que nos hace regresar a tierra firme: su restaurante. El hotel acentúa su carácter boutique a través de su gastronomía. Cocina mediterránea con productos frescos que combinan la receta tradicional con una presentación diferente. ¿La especialidad? Por supuesto, los arroces del chef. ¿La mejor guarnición? Tomarlos en la terraza con vistas al mar.
En Rusticae
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