Cada vez son más los que deciden cambiar de año realizando un viaje. Es la mejor forma, sin duda, de ver cómo cada país celebra de un modo particular el fin de un ciclo y el comienzo de otro. Pero también es una buena idea para quienes no quieren volver a pasar por ‘lo de siempre’, con la consabida cena familiar, las uvas agolpados frente al televisor o el empacho que seguirá al día siguiente. Estos años que hemos visto un resurgimiento de los cruceros, estos se convierten en el viaje perfecto para desconectar y, de paso, dar la bienvenida a 2016.
Los hay de todo tipo y escalas, tanto por el Mediterráneo como por otros mares más cálidos en esta época, y también mucho más fríos. El secreto está, claro, en elegir el que mejor se ajusta a nuestros gustos y deseos, sobre todo si queremos disfrutar de las ciudades en las que atraque durante horas o incluso alguna noche; así como si lo que preferimos es no salir del trasatlántico hasta que no concluya la travesía.
Las diferentes compañías navieras apuestan por el fin de año, y lo hacen creando atmósferas mágicas en sus buques para que los pasajeros disfruten de fiestas especiales, momentos únicos en los que se confabulen gastronomía, espectáculo, luz, sonido y, sobre todo, mucha diversión. Es decir, como el resto del año, pero con el plus añadido que las fechas especiales llevan consigo.
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