Es cierto que el verano lo inventaron para pasarlo en arena poco firme, más bien de esas que se escurren y se amoldan al cuerpo cuando te tumbas sobre una toalla suave de algodón y cierras las ojos para dejar que el sol haga el resto. Porque las altas temperaturas pertenecen al mar y a los mojitos en el chiringuito, luciendo palmito con los bikinis de temporada y la crema protectora con activador de melanina, porque formas parte de esa gran masa humana que tiene que regresar a la oficina moreno como el tizón.
Todo muy idílico, descansando de los ordenadores, los mails, los smartphones, buses y atascos, dejando atrás la masa demoladora que supone la gran ciudad. Algo que siempre ha existido en nuestra mente y que, por otro lado, ha fomentado la creación de un mundo paralelo que sobrevive a los 40 grados del asfalto durante el abadono que sufren las calles en julio y agosto. Un mundo lleno de terrazas, copas hasta las tantas aprovechando el respiro del calor, gente guapa, fiestas y una paz que permite hacer de la tranquilidad la mejor compañera de vacaciones.
El mismo mundo que forma parte de la filosofía de vida de DKNY, marca que en sus últimas campañas recoge las calles principales de la gran manzana para transformarlas en un espectáculo de tonalidades, glamour, vida y, sobre todo, de ganas de verano. Para esta temporada, Cara Delevingne, Eliza Cummings y Jourdan Dunn son las encargadas de rescatar el lado chic de Nueva York para convertirla en el destino preferido por la moda, siendo testigos de un trabajo que aúna estilo con funcionalidad sin olvidar esa explosión de colores característica de DKNY, captada por el obtejivo de Mikael Jansson.
Una propuesta que, sin duda alguna, hará plantearse cuál será realmente el destino de vacaciones más deseado…
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