Estamos en el jardín de Tory Burch, un remanso de paz situado en Southampton, a las afueras de Nueva York, donde los ricos pasan las tardes al sol leyendo novelas de Scott Fitzgerald. Es un oasis natural con toques afrancesados, donde los verdes, rosas pastel y cremas se funden con el azul del mar, transportándonos -sin querer- a las costas europeas transitadas por la jet-set de los setenta.
La diseñadora ha sabido captar a la perfección lo que buscan esas mujeres con aires de Jackie Kennedy, elegantes a la par que prácticas, siempre perfectas. Pantalones capri de estampado floral, vestidos baby doll con cuellos camiseros, delicados trajes sastre, abrigos joya de media manga, tops a rayas y chaquetas de algodón de estilo marinero. Las propuestas para esta primavera-verano de Tory Burch son versátiles y exclusivas, características con las que esta americana ha sabido, en apenas una década, hacerse un hueco dentro del panorama internacional de la moda y, lo más importante, en el armario de las estilosas ladies modernas.
De nuevo esta temporada primavera-verano se viste de flores, colores cálidos y formas femeninas y refinadas, esas que nunca pasan de moda y que, generación tras generación, consiguen formar parte de nuestros recuerdos vacacionales, esos que huelen a salitre y a jazmín, a hierba recién cortada y a crema.
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