Y entonces, en un abrir y cerrar de ojos, un mundo distinto se plantó delante de sus narices, donde la brisa cálida de la primavera que rozaba sus mejillas le hacían avanzar por el sendero hasta el centro de un gran laberinto donde habitaban sus recuerdos aún por alcanzar guiados a través del éxito…
Esta podría ser perfectamente la historia de Raf. Un pequeño aporte de ‘última hora’ que ha conseguido mantener en alza el prestigio de una de las casas más emblemáticas de la moda a través de la pura y sencilla high couture. Pulcritud y elegancia elevada al máximo grado sin rozar la ostentación a través de volúmenes conseguidos por piezas, como el péplum, que se han sabido situar en el momento correcto y en la justa medida.
Colores pasteles y algún que otro reclamo por parte de amarillos y naranjas han dado la bienvenida a una nueva era donde la feminidad de la maison se ve contenida, que no aprisionada, en una auténtica alta costura de vestidos, capas, bustier y pantalones capri con estampados ausentes que eran sustituidos por el elemento que se acabará convirtiendo en la seña de identidad del genio: las flores.
Simon ha conseguido trasladar a la pequeña Alicia a un París actual y moderno donde, no hay que olvidar, los modales ‘antiguos’ son los más respetados. Y es justo esto, lo que Raf ha vuelto a conseguir… Bravo.
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