1986 fue el año en el que Mangano se presentó en un mundo complejo y sorprendente, en el corazón de ese mundo, en Italia; desde aquel año hasta hoy han llovido temporadas y siempre ha salido el sol tras cada una de ellas pero no es ésto lo único que comparten cada una con la anterior: las colecciones de Mangano son siempre bellas y sugerentes además de absolutamente respetuosas con la esencia de la moda italiana: la originalidad de los diseños, la calidad de los tejidos y el cuidado de la manufactura.
Las propuestas de Mangano para esta temporada son pura sofisticación, prendas muy elegantes pensadas para las tardes y las noches de primavera tanto en sus versiones cortas de cintura ceñida y escotes palabra de honor como en las que llegan al suelo en faldas que vuelan con la brisa de verano. Blanco y negro dominan una colección en la que tampoco falta algún detalle de color que rompe la monocromía y construye una colección que parece llevar la seducción cortada en cada vestido.
Pero hay algo más que sorprende y enamora de las propuestas de Mangano, es su campaña, concretamente el fondo de su campaña porque la firma italiana ha abandonado su lugar en el mundo para cruzar el Mediterráneo y llegar a España, a las Bardenas Reales y mostrar allí su última colección.
El lugar no puede encajar mejor ni contrastar más con la esencia de Mangano y por eso su campaña resulta tan sugerente: se trata de una zona de naturaleza agreste y bella en la que el ecoturismo ha encontrado además el lugar pefecto en el que ubicarse; en esa contraposición entre lo más moderno del ecoturismo y la naturaleza más pura surge la sofisticación de Mangano como surgida de la nada, fuera de lugar al tiempo que perfectamente enfocada y atrae nuestra atención de modo irremediable.
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