Hay ocasiones en las que la moda se hace para un momento determinado, como la alta costura, donde los vestidos alcanzan el grado de joyas y, como tal, cumplen con la imposibilidad de lucirse a plena luz del día por la Gran Vía durante un miércoles cualquiera. Pero los eventos especiales, las ansias de demostrar hasta qué punto la industria forma parte del arte y las tendencias en sí no son las únicas razones por las que surgen estas colecciones.
Suele ocurrir, como si formase parte de la propia inspiración del diseñador, que los lugares donde van a ser presentadas las propuestas constituyen el entorno perfecto que nos permite transportarnos más allá de faldas, blusas, zapatos o bolsos. Una realidad que acompaña desde sus comienzos a Raf Simons y de la que nos ha dejado disfrutar de nuevo en su colección crucero 2013.
Y es que el glamour, la sofisticación, el lujo y la feminidad de Mónaco, además de ser el escenario del acontecimiento, ha estado presente en cada una de las prendas. Con esa informalidad típica de un lugar donde disfrutar de las vacaciones y el toque de elegancia que acompaña a la mujer de Dior en todo momento, Simons da protagonismo a los crop-top de los 80’s conjuntados con bermudas masculinas, encaje en cantidades industriales para destacar el punto sexy y transparencias en vestidos de colores vivos: naranjas, rosas, rojos y azules que dan personalidad y diversión, dos cualidades típicas de Mónaco.
Como un clásico, el diseñador insiste en la icónica chaqueta Bar con doble botonadura, escote pronunciado, tejido ligero y hombreras que alzan la figura de una mujer joven, con carácter, sensual y decidida: una mujer made in Montecarlo.
Galería de imágenes
-
1
-
2
-
3
-
4
-
5
-
6
-
7
-
8
-
9
-
10
-
11
-
12