Abrió el bolso por tercera vez y sacó su caja de cigarrillos light. Llevaba casi una hora sentada en aquel banco, esperando, y allí no se había presentado nadie. Podría decirse que empezaba a estar cabreada, a modo de irrefrenable ira interna, por haberse creído las promesas de quien no suele comprometerse con nada. Tiró el pitillo al suelo, llamó al anfitrión para consultar la dirección y se personó en la gran fiesta, sola, dispuesta a quitarse aquel frío del cuerpo y adentrarse en la noche parisina vestida de Nina Ricci.
La nueva colección Pre Fall de la maison francesa irradia feminidad -como viene siendo habitual- y una elegante bravura, propia de quien tiene suficiente seguridad en sí misma como para avanzar a ciegas si fuese necesario. Entre sus propuestas, firmadas por su aplaudido director creativo Peter Cooping, nos topamos con dos líneas bien diferenciadas, la diurna –en negro, azul tinta, verde esmeralda y blanco- y la nocturna –en estampados flor y largos de infarto-.
Nina Ricci presenta una colección de lo más completa en la que nos encontramos chaquetas de pelo combinadas con faldas de sutiles pliegues, cazadoras de estilo bomber en piel y encaje mezcladas con mini-faldas con vuelo sobre la parte inferior delantera (las veremos mucho en los próximos meses), abrigos de amplios bolsillos y hombros redondeados que marcan cintura a golpe de cinto, texturas que imitan las escamas del cocodrilo y vestidos, largos, sedosos y setenteros vestidos, que definen la figura hasta tocar el suelo.
Peter Cooping nos adelanta algunas de las tendencias que están por llegar a modo de grandes estampados en flor, pantalones de estilo pijama en satén, cinturas definidas, encajes que juegan a ser puntillas sobre chaquetas y jerséis y vestidos de punto a la altura de la rodilla. Aires de un invierno que todavía tiene mucho que decir.
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