La palabra que mejor define la colección de primavera y verano de Valentino es... Valentino. Y lo es por la innegable elegancia, por la distinción y la clase, por el estilo, por el gusto exquisito, por lo sutil e incluso por lo rocambolesco.
La inspiración de estas propuestas está en el estilo más esencial y a la vez más clásico, en el más natural y más humano, los detalles étnicos, claro que interpretados en clave Valentino.
Ni los flecos ni los volúmenes, tampoco los colores, son los mismos ni son igual por más que sean los clásicos del vestir con aire étnico porque la elegancia y la clase de Valentino envuelven de tal modo cada detalle de sus propuestas que, al final, si es étnico, natural, de inspiración religiosa o clásica acaba por no ser más que una mera anécdota.
Si vamos de lo más sencillo a lo más adornado de esta colección, descubrimos vestidos largos con sandalias planas que evocan siglos pasados y antiguos recordando a las túnicas de hace unos 2014 años; sin abandonar el liso, aparecen en sus cortes los flecos en una evocación india, mucho más cercana a nosotros que la anterior; en los estampados descubrimos el clásico animal print, también alguno geométrico, otros clásicos del estilo más étnico algunos más, entretejidos con bordados y encajes, de corte barroco italiano que nos recuerda alguna de las colecciones de Dolce & Gabbana en su descaro y su buen gusto.
Las imágenes no pueden tener un fondo más natural y más puro, ninguno que diese mejor marco a unas propuestas que llenan por sí mismas cada imagen haciendo terriblemente apetecibles a nuestro fondo de armario.
La soberbia mezcla de austeridad ancestral y barroca opulencia que logran Maria Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli hacen de las propuestas de Valentino para esta primavera y su verano algo único, original y bello.
Galería de imágenes
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