Ser el director creativo de una de las casas de moda más alabadas de todos los tiempos no debe ser cosa sencilla. Menos si cabe si el puesto que uno viene a cubrir es el de un tal John Galliano, uno de esos genios con doble faz capaz de hacer auténticas proezas con la aguja. Por todo ello, Raf Simons tiene mérito. Mucho. Y así nos lo ha demostrado en la colección de Dior para esta primavera-verano, gracias a la cual la que la Maison y sus incondicionales empiezan a ver ya luz al final del túnel.
El diseñador nos presenta una nueva tribu de mujeres flor, sofisticadas a la par que salvajes; a veces endiabladamente reales, otras lastimosamente artificiales. Las ha vestido con floreados vestidos de seda, chaquetas de inspiración college, sudaderas crop, faldas plisadas en diagonal y chaquetas Bar. Para luego adornarlas con bordados metalizados, escudos, floral prints y corales.
Entre los accesorios que acompañan las nuevas propuestas de la Maison, nos topamos con clásicos indiscutibles, como el bolso Lady Dior, esta vez realizado con el cannage típico de las famosas sillas Napoleón, que tanto gustaban a Christian Dior. El modelo Diorissimo regresa en piel de pitón y pintado a mano, haciendo alarde de una fascinante eclosión de color, que pide a gritos la llegada de la primavera. La firma ha contado también sobre la pasarela con el minimalista DiorBar, inspirado en la célebre silueta del traje realizado por el modisto francés, y con bolsos de estilo shopping en colores vibrantes.
Así es la nueva colección que la casa gala ha presentado para la próxima temporada, una sutil reinterpretación de sus grandes clásicos, donde ya se aprecian nuevos rumbos. Si bien Raf Simons continúa tirando de archivo, cada vez lo hace más a su manera, aportando esos toques mágicos tan suyos que lo han encumbrado hasta Dior. Démosle tiempo, nos sorprenderá.
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