Una mujer de las de antes, que escondían las huellas de sus pecados tras largos guantes de piel y entonaban sus curvas en vestidos entubados a la altura de la rodilla y con cierta estudiada soltura en las caderas. Una mujer de las que entre el humo de su cigarrillo desafiaba a la vida con una mirada misteriosa tras pronunciadas ondas que, al atardecer, se escondían tras turbantes de terciopelo y broches de ensueño.
Madame es el nombre que Nacho Aguayo ha decidido emplear para el próximo otoño-invierno y, así, dar nombre a la mujer que él diseña y crea a través del misterio y un dominio perfecto de los volúmenes. Azules, grisáceos y negros son los únicos que cuentan con experiencia suficiente como para dar forma a una prendas extremadamente femeninas y sensuales.
Tejidos de ensueño y pieles únicas que otorgan esa sensación señorial que acompaña en todo momento al diseñador español.
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