Me han dicho que ‘la Dolores’ se va de fiesta. Que está ‘muy vista’ entre los bares de la zona, donde va ella a tomarse sus Martinis enfundada en los tacones de los domingos, esos que miden hasta el infinito y que obligan a sus curvas a contonearse bajo la seda y a los hombres a girarse para mirarla, convertida en el nuevo centro de la gravedad.
Aquellos ambientes que frecuentan los de la alta sociedad, donde los sofás tapizados en terciopelo son testigos de noches eternas de coqueteo entre la elegancia y las maneras. Un círculo que solo entiende de veladas ‘de etiqueta’, con vestidos que destacan las partes más notorias de una mujer, que desnudan su personalidad a través de una espalda indefensa y que poco dejan a la imaginación ante la silueta femenina, con tejidos delicados y de primera calidad.
Algún que otro volante o lazo son las únicas armas con las que se enfrenta ‘la Lola’ al movimiento del otoño, donde el verde, el negro, el gris y el mostaza se instalan cómodamente para pasar un año más en un ambiente distinguido y sofisticado.
Así se las gasta Dolores Promesas para la próxima temporada…
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