Desconcierto. Es lo primero y lo último que se le venía a la cabeza cada vez que miraba las piezas que colgaban del paraban, perfectamente colocadas por patrones, colores y tallas. Cuando uno ve cosas así no puede evitar pensar en que el arte de hacer de lo simple algo complicado es trabajo de italianos. Porque lo que tenía delante no era otra cosa que puro arte.
Llevaba visitando la Maison desde que tenía uso de razón y su dedicación a ella desde los veinte. Más de treinta años disfrutando y dejándose envolver por aquellas maravillosas revoluciones que, una vez más, le dejaban sin palabras. Trazados en papel convertidos en realidad para dotar a la tradición de sofisticación y aires de ensueño… Así son las complicaciones del último emperador.
Valentino desplaza su carácter conservador hacía el siglo XXI, recorriendo líneas clásicas con un cuidadoso desenfado y añadiendo encajes de un trabajo minucioso a piezas que rinden tributo a la maison italiana. Una colección distinguida por el rojo, el blanco y el negro sobre materiales que aportan brillo a prendas de una mujer romántica y frágil.
Guipur, chantilly y seda dan rienda suelta a la feminidad a través de vestidos que se caracterizan por lo inusual y delicado. Combinaciones inexplicables y armónicas propias del imperio Valentino y su creatividad.
Auténticas obras de arte que demuestran el poder del último emperador a lo largo del tiempo…
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