Dicen que cada cosa necesita su tiempo. Un periodo comprendido entre segundos que, de repente, activa el mecanismo particular y permite que la evolución no cese. A veces antes, otras tras un ‘reposo’ más que meditado pero, en ambos casos, el resultado acaba repitiéndose y el avance se acaba manifestando en clave de éxito.
Algo que, aunque parezca algo simple o carente de sentido, hace que todo lo que nos rodea forme parte de un engranaje que permite completar las cosas, incluso la moda. Tanto es así que, a día de hoy, la atemporalidad es uno de los objetivos principales de las firmas, ante la que luchan con estrategias cargadas de ambición. Es el caso de Bompard y su última propuesta para este otoño-invierno.
Una de las firmas pioneras en trabajar con esta nueva tendencia estacional que continúa su camino por acabar completando colecciones que, independientemente del verano o el invierno, carguen a la marca con una imagen cuidada, moderna y elegante tanto para hombres como para mujeres.
Para ello se ciñen exclusivamente a las tendencias del momento, para transformarlas con su don de lo permanente: un estudio de la vanguardia que encuentra en el confort su mejor aliado y en la cachemira el material de lujo para los inviernos más exigentes.
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