Cuando Dior estrena campaña la magia se adueña del mundo porque jamás se conforman con mostrar las propuestas sobre las que han estado trabajando durante meses, las que marcan tendencia y dibujan el futuro, sino que crean siempre alrededor de ellas un cuento o una historia que incita a los sueños y seduce...
Si esto es algo recurrente en Dior, lo es si cabe más en Baby Dior porque los niños por sí mismos despiertan nuestra emoción en una constante evocación del encanto de la infancia propia o de la de nuestros niños.
Y aquí está ya una nueva campaña de Dior, de Baby Dior y de otoño para lucir magia y encantarnos.
Dior imagina un carnaval veneciano para los niños, un baile de máscaras amable y luminoso en un cálido día de otoño; los disfraces no van más allá de bellos antifaces pintados o tejidos en el rostro o en el pelo de los niños porque las prendas que visten los pequeños son la más pura elegancia Dior.
Las niñas son pequeñas y elegantes princesas libres de cualquier exceso de dulzura y envueltas en el encanto de la organza y el tul para las grandes ocasiones y el tejido de pata de gallo, que pasa del tradicional traje de caballero inglés a los vestidos infantiles ganando gracia, para uso diario; capas de lana y lujosos abrigos de cachemira completan una colección de ensueño.
En cuanto a los niños, son príncipes con abrigos cachemira, camisas de popelina de algodón y pantalones de gabardina o satén de algodón, visten trajes de corte relajado con la dosis justa de elegancia para no quitarles un ápice de comodidad.
Y así, vesitidos en la magia de Dior, recorren los canales venecianos rumbo a palacio para vivir un baile de máscaras único y especial, el que Baby Dior les tiene reservado sólo a ellos...
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