Las colaboraciones entre diferentes firmas suponen un aire de exclusividad. Con el paso del tiempo se ha llegado a la conclusión de que, mientras más rocambolesca sea la combinación y, por tanto, más diferentes las filosofías de marca, mejor será el resultado. Son colecciones cápsula, con un número determinado de unidades en un número determinado de tiendas y... un público determinado. Si hay alguien que sea un experto en la materia, es el gigante sueco H&M.
La casa hace maravillas a la hora de involucrar a su público masivo en la cotidianidad del lujo. En esta ocasión, Maison Martin Margiela pululará por más de 200 tiendas en todo el mundo durante el 15 de noviembre, como si fuese su casa de toda la vida. ¿El resultado? Sorprendente, cuanto menos.
Si lo que buscamos es algo atípico, irónico y tendencioso ya se dónde encontrarlo: en un revolucionario. Y un revolucionario es aquél que en 1988 lanza su primera coleccción femenina y, como si tal cosa, la titula ‘Destroy Fashion’. A partir de entonces, el señor Margiela reivindica su pasión por la moda como lo que es, arte. Uno de los grandes genios de la corriente deconstructivista lleva su excentricidad al núcleo de todas sus colecciones para alejarse del lujo convencional y llegar al público exigente.
La colección otoño-invierno del diseñador belga nos sitúa en su mundo a través de colores sobrios para recorrer los volúmenes que integran cada pieza. Las formas pasan a ser las protagonistas de los patrones, con la libertad de apoyarse sobre el espacio para aplicar nuevos significados a la moda.
Acabar con lo que existe; con la reinvención. Se trata de crear y deconstruir lo creado.
Así de simple… es el arte.
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