Es la milla de oro de la sastrería. En pleno Mayfair, Londres, el ‘bespoke tailoring’ se pasea de un lugar a otro a través de las maravillosas tiendas que se ubican en Savile Row. En esta calle, la sastrería se alzó con la singularidad del lujo gracias a la especialización del ‘hecho a medida’ que comenzó en 1803 y que nos permite disfrutar de la exquitez personificada en números: Davies&Son en el 38, Richard James en el 29 y Henry Poole & Co en el 15. Todos ellos miembros de Savile Row Bespoke Association.
Cuando uno pretende ensalzar la perfección de la sastrería y llevarla al siguiente grado a través de la modernización de las líneas clásicas, no tiene más remedio que zambullirse en la fabulosa historia de la calle emblemática de Mayfair. Y así, en 2006, surgió The Row.
Las Olsen, propietarias de la firma, consiguen una facturación de más de 700 millones de euros gracias a una idea brillante: transformar prendas básicas en elementos de alta calidad con el fin de poder combinarlas con prendas más sofisticadas de diseñadores conocidos. De esta forma, a través de una simple camiseta y seis años después, las pequeñas se convierten en una gran promesa sobre la que apostar, o al menos eso decidió la CFDA hace unos meses.
Lo que Times sitúa entre los 100 diseñadores más influyentes a lo largo de la historia de la moda, hoy es un auténtico negocio que se sustenta sobre la cultura minimalista, ya presente en casas como Calvin Klein. Para este invierno la filosofía se mantiene y las líneas rectas se dibujan sobre materiales centrados en la piel, transparencias y rasos. Los colores se concentran en el beige, camel y negro, envolviendo siluetas de sastrería compleja pero percepción simple.
Prendas basadas en los principios de comodidad, modernidad y calidad que, sin duda alguna, convierten a Ashley y Mary Kate en dos de las grandes figuras que revolucionan el mercado de la moda.
The Row
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