Si queremos hablar de lujo, pero del lujo más absoluto, tenemos que hablar de la colección de invierno de Stéphane Rolland. El diseñador francés, que se inició en el taller de Balenciaga cuando solo tenía 20 años, sigue siendo el dueño y señor de la Alta Costura parisina.
Rolland podría haber sido arquitecto y, a su manera, lo es. Él mismo define sus diseños “como un estilo fuerte, arquitectónico y simple al mismo tiempo, pues una mujer hermosa no necesita un vestido complicado o múltiples accesorios; le basta un buen corte que realce su cuerpo y la natural elegancia de sus movimientos”. No se puede definir mejor su esencia.
Esta colección de Alta Costura sigue teniendo todo el glamour y la sofisticación que Rolland imprime en sus diseños: cortes estructurados, movimiento y los tejidos más selectos; pero en esta ocasión las joyas impregnan la colección. Los vestidos están bordados con rubíes, con amazonitas, con circonitas, con cristales de roca, con amatistas, con granates y con collares de perlas naturales.
El broche final de este desfile lo puso un diseño nupcial con forma de quimono cuyo frente se adornaba de flores y lazos en 3D. Los volúmenes y la calidad de las telas cooperan con Stéphane Rolland en crear una colección propia de un artista.
Seguro que en cada una de las alfombras rojas de mundo encontraremos los diseños de Stéphane Rolland, pero solo en las más selectas. La delicadeza, la sofisticación y el diseño estructurado de este genio de la moda están al alcance de muy poca gente.
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