Le gustaban los tatuajes, tenía cientos de ellos, recuerdos sellados con aguja y tinta para siempre. Aquella era su forma de recordar cada mañana frente al espejo, de revivir lo que no debía olvidar. Era un humanoide perfecto, el primero de una larga lista de hombres prefabricados de piel radiante e ilimitada inteligencia, capaces de reír y llorar, de sentir miedo-furia-y-lástima. Una nueva raza que Lucas Ossendrijver y Albert Elbaz han querido subir a la pasarela para presentar la colección masculina otoño-invierno de Lanvin.
Ossendrijver, director creativo de la línea de prêt-à-porter y los accesorios masculinos de la firma desde 2006, ha presentado una línea ecléctica, de contrastes, donde hay cabida para trajes de raya diplomática y zapatillas de deporte, pantalones strech y camisas transparentes de seda, corbatas finísimas de aires mod y cazadoras de piel de exageradas solapas. Una colección que bebe de diversidad de décadas y movimientos, evitando las etiquetas estancas, adaptándose así a los nuevos hombres todoterreno.
Tras la cámara, un brillante Steven Meisel que parece haberle cogido gusto a trabajar con Elbaz y compañía tras aquel célebre vídeo de Raquel Zimmermann y Karen Elson, moviendo las caderas –como buenamente podían- al ritmo del I know you want me de Pit Bull. Los humanoides de esta historia son Abiah Hostvedt, Callum Barton, Francois Verkerk, Gustav Swedberg, Tara Ferry y Miles Langford. Hombres hechos a sí mismos, de eso no hay duda.
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