Cuando Dolce&Gabbana habla de vestir a la mujer, habla de su mamma que no es otra que la mujer italiana, siciliana para más y mejores señas, desde que es niña hasta que se convierte en la abuela que mece a las nuevas niñas y, entra las unas y las otras, la mujer que representa como nadie, campaña tras campaña, Monica Bellucci.
En esta ocasión Domenico Dolce y Stefano Gabbana renuncian al fondo en sus imágenes de campaña rindiéndolo al blanco más neutro y centran el objetivo en las figuras y lo que éstas representan; su invierno pretende ser un homenaje a la familia que comienza con una nueva entronización, que no es la primera ni, estamos seguros, será la última, de la mamma, la mujer que es el alma y el corazón de su familia desde que es la más pequeña y a la vez reina de la casa, hasta que se convierte en la mujer de pelo sabio y cano a la que todos admiran, aman y respetan; y entre la ambas reinas del hogar italiano, las jóvenes y las mujeres maduras rendidas al estilo de vida más actual, a golpe de selfie, de bolso de lujo y demás complementos que engrandecen un invierno que a veces viste de negro y, en otras ocasiones, hace uso y gala de una paleta de color dulce y alegre que bien pudiera ser de primavera.
Y todo esto sin renunciar a su propia esencia, la de su compleja sofisticación, esa que nos seduce siempre, Dolce&Gabbana en estado puro.
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