Miedo, incertidumbre y, sobre todo, impotencia. Tres reacciones muy comunes cuando la palabra ‘globalización’ sale a relucir en el día a día teniendo en cuanta que todo lo que sobrepase nuestras propias fronteras es algo aterrador. El ser humano es así, con unas parcelas bien definidas y ante las que jamás se le ocurriría echar a correr en dirección opuesta.
Algo así pasa también en el fashion world, a pesar de que los objetivos siempre marcados son conseguir que la persona se sienta guapa y especial, para lo que hace falta imaginación y, ante todo, explorar nuevos mundos. Hay algunas firmas que luchan contra los prejuicios e intentan expandirse de manera original, contando con nuevos diseños de tiendas o servicios hasta ahora inexistentes.
Otros, por otra parte, cuentan con el don de dejar su mente en blanco y dar el paso a lo desconocido, con la esperanza de, además de obtener ideas nuevas que revolucionen el mercado, caer sobre tierra firme. Es el caso de Chanel y el empeño de Lagerfeld por mezclar momentos y épocas que jamás podrías calificar de armónicas. Así lo refleja en su colección para este otoño-invierno, con propuestas en las que el tweed desafía a la gravedad. Con el negro y el blanco como grandes protagonistas, el káiser nos presenta una nave cargada de frescura y futuro, con leggings en vinilo acompañados por faldas tableadas. También hay un giño al pasado, con mangas victorianas que resaltan sobre mini vestidos y apliques en prendas de exterior.
Un claro ejemplo de que la globalización es cosa de genios…
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