Desde que Peter Copping llegó a Nina Ricci en 2009 tras la marcha del belga Olivier Theyskens, la firma francesa ha conseguido hermanarse de nuevo con sus orígenes, aquellos que llevaron a Maria Adélaïde Nielli a fundar una de las casas de referencia dentro del cambiante mundo de la moda.
El británico presenta una colección otoño-invierno de una feminidad exquisita, que recuerda a aquellos aires románticos del París perdido. Copping trabaja con acierto las texturas y formas y se atreve a jugar con el volumen a la altura de los hombros, reviviendo los tiempos de las lechuginas renacentistas y los excesos barrocos. Directo, sin rodeos: preciosismo en estado puro.
Un piano en medio de la pasarela daba la bienvenida a los asistentes al desfile de esta nueva colección de Nina Ricci presentada en París. Los acordes anticipaban uno de esos déjà vu que deseas revivir una y otra vez, porque –por muy lejos que te lleven o por muchas veces que vuelvan- nunca defraudan.
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