El verano 2011 fue crucial en la carrera profesional de Domenico y Stefano. El blanco nuclear de la colección daba paso a una ligera reinvención de la artesanía que, tres temporadas después, se asienta por completo en la Sicilia de Monreale.
Coronadas como auténticas reinas, la realeza de Dolce&Gabanna caminaba enjoyada para resaltar su riqueza en materiales, detalles y cortes. La artesanía quedaba reflejada en el estilo bizantino, que nos recordaba los mosaicos de la catedral normanda, ejemplo del cuidado y la creencia en lo eterno.
El oro fue el encargado de bañar vestidos y túnicas de mangas acanaladas donde abundaban los verdes, amarillos y azulados para, de repente, dar paso a un sofisticado negro sobre vestidos de encaje y organza abotonados desde el cuello. El regreso al presente vino acompañado por trajes de chaqueta y vestidos en lana de espiga.
Como broche final a un espectáculo de arte y tradición, un despliegue rubí nos daba a conocer a quién pertenecía el trono… Sin duda alguna a los señores Dolce y Gabbana aún les queda un largo reino entre las pasarelas del próximo otoño-invierno.
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