Se desperezó con prisas. Un huidizo golpe de luz se coló entre la persiana para recordarle que era hora de abrir el día. Mara ya se había despertado y rebuscaba entre el armario una buena escusa para salir a la calle con aquel frío de Madrid. Se saludaron sin ganas, demasiado temprano para articular una frase completa. Primero venía el café, luego llegaban los diálogos. Eran las ocho de la mañana, toque de queda en el 13 de la calle Pez. Y allí estaban ellas, salvando adoquines, divinas como siempre, dispuestas a que aquel fuese un gran día.
Urbanitas consentidas, a ratos fantasiosas, a ratos excesivamente realistas. Coquetas hasta la médula. Mujeres que representan como pocas el mundo Hoss Intropia, ese que lleva casi veinte años vistiendo sueños. Para esta colección otoño invierno, la firma apuesta por el color, un regreso al optimismo que colorea en tonos vivos y pastel y dibuja con líneas sencillas y limpias de maravillosas caídas.
Dentro de sus nuevas propuestas destacan diferentes motivos de inspiración, por un lado ese atemporal chic afrancesado de la mano de sofisticadas sedas y gasas, adornadas con delicada pedrería; por otro, aires folk que aportan un toque étnico a la ciudad con lanas y algodones salpicados de aplicaciones. Asia también está presente en la colección mediante estampados florales y líneas puras que realzan vestidos y túnicas. Hoss presenta así unas propuestas cargadas de buen gusto y con esa versatilidad cosmopolita que tan bien caracteriza a la marca y a sus mujeres Intropia.
Sin apenas darse cuenta, había llegado la noche y tocaba regresar a casa, pegarse una buena ducha y escuchar ese vinilo que Mara había encontrado en una de esas tiendas que merecen la pena sin parecerlo. Casi doce horas más tarde, se despedían de la ciudad... Hasta mañana.
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