Las campañas de Bottega y Veneta son una suerte de belleza que esperamos siempre sabiendo que nos deleitarán, y es que para la firma italiana una campaña es mucho más que el momento de mostrar sus propuestas de temporada de forma más o menos artística, es el momento de hacer arte desde el arte, es el largo y delicioso instante del arte de la colaboración.
De este modo encontramos siempre un matrimonio de conveniencia creativa que nos lleva a una campaña muy especial, en esta ocasión el cónyuge de Bottega Veneta en la persona de su director creativo, el alemán Tomas Maier, es Juergen Teller y el resultado... tan espectacular como cabía esperar.
El arte de la colaboración comienza por elegir el lugar en el que éste va a desplegarse, en esta ocasión Tomas Maier elige Turín, concretamente en la antigua casa, hoy museo, de uno de los diseñadores e interioristas más importantes del siglo pasado, Carlo Mollino; de este modo el arte de la colaboración comienza a crecer y deja de ser cosa de dos para serlo de tres: Tomas Maier, alma creativa de Bottega Veneta, Juergen Teller, tan alemán como Maier y reputado fotógrafo de moda, y Carlo Mollino en sus espacios, que no es decir poco una vez descubrimos que una mesa de roble y vidrio diseñada por él alcanzó el soberbio precio de 3.800.000 dólares en una subasta organizada por la casa Christies.
Anna Cleveland y Freddy Drabble son los rostros de la campaña, quienes lucen las últimas y cálidas propuestas de Bottega y Veneta en un nuevo arte de colaboración de Tomas Maier con el mundo artístico y creativo.
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