La gabardina es un invento inglés del SXIX y, como todo invento útil, sobrevive y perdura en el devenir del tiempo a merced de las modas.
Es una prenda de norte y mar, de poco frío y mucha agua; y también un impermeable bajo el que ocultarse y esconderse enfundadas en un perfecto traje de chaqueta o jersey de lana y cuello vuelto; ahora bien, aprovechando que no nos lee Thomas Burberry, padre e inventor de la prenda que nos ocupa, temporadas ha habido en las que la belleza visitaba poco a las gabardinas.
A este descuido pone coto Lavand tejiendo, con tela de gabardina, un diseño de los glamurosos años 50.
De este modo la gabardina luce en utilidad y nosotras en elegancia y abrigo vistiendo una prenda que parece, con sus pliegues y botones y en su cuerpo, un vestido y emulando en los hombros las sutiles y voluptuosas capas cortas y de gasa con las que cubrían sus hombros quienes se atrevían a enfundarse un palabra de honor años atrás.