Adolfo Domínguez sugiere mucho y cuenta más en su campaña de otoño en la que hila una historia que comienza con la campaña de mujer y termina con la de hombre; y aquí estamos, con ellos.
Ellos seducen en absoluta virilidad, se acabaron los rostros aniñados de afeitado perfecto, se impone el hombre con toda su barba y lo hace comenzando la historia del hilo rojo de su destino donde la dejara ella, en el momento en el que el emperador japonés, furioso él, empujaba a la pobre campesina, lo que provocaba una herida en la frente del bebé que cargaba.
Mientras el emperador vuelve del mercado a su palacio, nos paseamos sobre las imágenes de campaña de Adolfo Domínguez para hombre y descubrimos la misma y elegante funcionalidad que ya viéramos en las de mujer, los mismos todos y el mismo abrigo. La sencillez deslumbra por la calidad de los tejidos y el aire favorecedor de la colección completa.
Siguiendo el hilo de la leyenda japonesa con la que Adolfo Dominguez crea historia en su campaña, llega el momento en el que al emperador le toca decir ‘sí, quiero’, se casará con la hija de un general según ha sido dispuesto la familia de ambos, cabe que por aquel entonces el bueno del emperador ni tan siquiera recuerde a la bruja, la campesina, el bebé ni el mercado…
El día en cuestión la joven cubierta por un velo blanco camina se acerca al emperador… y es entonces cuando él descubre la cicatriz de su frente.
Una historia romántica y bella que nos lleva a todos a mirarnos las manos en busca del hilo rojo invisible para encontrar su fin y a quien se encuentra en él, os damos una pista, está en las boutiques de Adolfo Domínguez.
Es su colección de otoño e invierno, un capricho irrenunciable… cosas del destino.
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