Verdissima propone un otoño y un invierno lencero de lo más romántico y sugerente; entremezcla la pasión juvenil por el color, especialmente en una paleta en fresa que envuelve toda la campaña, con la sofisticación de los diseños trabajados al detalle entre los que las combinaciones bicolor entre encajes y cuerpo resultan de gran belleza.
La lencería italiana tiene siempre algo de profunda sofisticación aun cuando pretende ser funcional y vestir las íntimas noches de invierno de un modo cálido y acogedor; Verdissima no escapa a esta cuestión y aun a pesar del color y el buen acomodo e incluso a pesar del gesto abandonado y desganado de la modelo, tumbada con mucho encanto y poco espíritu sobre tejidos sustuosos y cálidos, ese sutil aire de sofisticación italiana sale a la luz y salta a la vista.
La firma italiana confiesa que en esta colección no buscaba más reflejar el alma de la mujer en prendas lenceras, de ahí el detalle y el baile de colores, los encajes, el gesto invernal y las medias a juego; de ahí la mezcla de detalles infantiles de niña con otros de mujer adulta y seductora; porque es así como Verdissima ve y viste a las mujeres, como seres con alma de niña, cuerpo de mujer y, queriendo e incluso sin querer, la capacidad de seducción a flor de piel.
Visto así, no podemos negar que nos sentimos como en nosotras mismas en las prendas de Verdissima porque, a la calidad de sus tejidos y de su manufactura, enlaza una profunda comprensión del alma dual femenina y eso, en el vestir, supone una experiencia tan íntima y personal como irrenunciable. Nos gusta la dulzura y el atrevimiento de sus colores, el encanto de sus encajes y su perfecto ajuste al cuerpo, nos gusta su forma y su fondo y nos rendimos a su intención de vestirnos.
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