Dice Marlies Dekkers que una mujer que abraza su feminidad es una mujer que conoce su poder; esta afirmación puede tener varias lecturas y no todas nos gustan porque si de algo estamos seguras es de que el poder de una mujer no está en su anatomía sino que reside exactamente en el mismo lugar que el poder de cualquier ser humano, en su capacidad para soñar y luchar por convertir esos sueños en realidad; ahora bien, resulta de todo punto irrenunciable conocernos, reconocernos y amarnos tal y como somos para después, desde la aceptación de nuestro ser y la dosis indispensable de amor propio, comenzar ese maravilloso proceso de soñar y batallar por hacer ciertos los sueños que es, al fin y al cabo, la vida; puestos a reconocernos, más si hablamos de lencería, entonces sí es cuestión de anatomía y también de la belleza y utilidad de las cosas porque eso es exactamente lo que esperamos de una colección de lencería y lo que nos da Marlies Dekkers, prendas bellas y útiles que nos permiten vernos y sentirnos mejor.
Para Marlies Dekkers la jefa por excelencia -su girlboss predilecta- fue Isabel I de Inglaterra porque aquello de que pasó de ser una prisionera de la política a ser una soberbia reina -sobre el espinoso asunto de la Armada Invencible mantendremos un respetuoso silencio porque, ciertamente, no fue el momento más glorioso de nuestra historia (tampoco de la historia de la Gran Bretaña aunque así lo pinten)-; y por eso, porque a Marlies Dekkers la inspira una reina, su colección de otoño e invierno es sofisticada y elegante, con piezas monocromo y un brillo muy especial; tampoco faltan piezas propias de una femme falate, emulando al cuero, porque no se ocupa un trono más de 40 años sin algún que otro alarde de regia soberbia.
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